Maddie
Era un día frío y lluvioso. Yo estaba sentada en el sofá viendo en la
televisión mi programa favorito. En ese momento, mi madre entró en el salón con
cara preocupada y triste a la vez, y, cuando me contó aquello, lo entendí
perfectamente.
Me dijo que Maddie, mi mejor amiga, estaba en su clase de baloncesto
habitual, cuando se empezó a encontrar mal. Se fue al baño y, como tardaba
demasiado, su profesora entró para ver qué le pasaba. La encontró allí, con la
cabeza en el lavabo y un gran golpe en la cabeza. El grifo estaba abierto y el
agua corría tiñéndose de sangre y mojando sus cabellos. Nadie sabía qué había
sucedido. Para mí fue un golpe terrible.
Mi madre se marchó a hacer unas llamadas y yo me quedé sola, sentada en el
sofá, frente al televisor, pero ya no me interesaba nada de todo aquello. Sólo
podía llorar. Me levanté y fui al baño para lavarme la cara, a ver si así se me
aclaraban las ideas. Cuando entré en el cuarto de baño, todo estaba lleno de
vaho y el espejo estaba empañado. Me extrañó, pero no le di mucha importancia.
A lo mejor se había acabado de duchar mi hermano. Abrí el grifo y me lavé la
cara. Después, quité el vaho del espejo para ver cómo tenía los ojos después de
haber llorado. Entonces la vi, era ella, era Maddie. No eran imaginaciones mías.
Estaba segura. Me giré y…
No tengo más recuerdos de aquel momento. Lo último que vi fue mi imagen en
el baño, con la cabeza metida en el lavabo y con un golpe en la cabeza, igual
que Maddie. También recuerdo que ese mismo día, en el instituto, Maddie me dijo
que estaríamos juntas para siempre. Me lo prometió. No estoy segura, pero creo
que estoy muerta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario