miércoles, 1 de enero de 2014

CUENTOS DE TERROR

CUENTO Nº 7



Nos habíamos comprado una nueva casa, más cerca del colegio. Mis padres estaban haciendo reformas en el salón. Yo estaba en mi habitación escuchando música. De repente, se hizo el silencio. Me quedé sorprendida, ya que momentos antes sonaban los golpes de la obra. Era como si el mundo se hubiera parado o yo me hubiera vuelto sorda.

Pasaron cinco minutos en silencio absoluto. Fueron los más largos de mi vida, pero, de pronto, escuché algo tras la puerta de mi habitación, como si alguien estuviera respirando tras ella. Me asusté y me metí en el rincón más escondido de la habitación.


La puerta se abrió y entró alguien que se quedó parado mientras respiraba fuerte. Luego empezó a andar lentamente, paso a paso. Yo estaba cada vez más asustada, y cada vez me iba haciendo más pequeñita, me iba encogiendo poco a poco. Los pasos se acercaban más y más a mí. Puse mi cabeza entre las piernas, cerré los ojos y apreté mis labios. De repente, se paró, dejé de oír sus pasos. Levanté la cabeza y abrí los ojos. Delante de mí estaba aquel hombre mirándome. Era bajito, muy bajito, iba vestido con una bata con capucha negra y llevaba una máscara, por lo que no podía ver su rostro. Intenté chillar, pero era como si alguien me estuviera tapando la boca. Intenté levantarme y echar a correr, pero el hombre me detuvo. En ese momento, recordé los buenos momentos que había pasado con mis padres, con mis abuelos… Después, se me cerraron los ojos y no los volví a abrir.

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