LA
MALETA
Estrella
y Beatriz eran dos hermanas gemelas de 15 años que vivían en casa de su madre,
una vieja gorda y amargada que las
odiaba. Un día salieron a montar a caballo, como de costumbre y, a su regreso,
su madre les anunció que había concertado sus bodas con dos hombres ricos y
mucho mayores que ellas. Las niñas no podían hacer nada, ya que la fecha estaba
fijada para sólo unas semanas después. Estaban tan desesperadas que decidieron
huir de casa.
Una
semana antes de la boda, Estrella preparó un carruaje y Beatriz recogió cosas
de valor y las metió en una maleta, para luego venderlas y poder sobrevivir. Al
amanecer, antes de que se despertara su madre, salieron huyendo. Durante el camino, las dos
jóvenes iban muy felices, pensando en sus nuevas vidas y en la maleta que iba a
ser su salvación. Pero su felicidad duró poco: a lo lejos apareció su madre con
otro carruaje y acercándose a toda velocidad.
Durante
algún tiempo estuvieron intentando escapar y, al final, lo consiguieron. Su
madre las perdió de vista porque se había parado a recoger algo que había visto
caer del carruaje las jóvenes. Era una maleta, la misma por la que había salido
a perseguir a sus hijas. Se puso tan contenta que le hizo una foto a aquella
maleta en mitad del camino.
Las
hijas llegaron a un pueblo cercano en un estado desastroso: sudorosas,
despeinadas, temblando, hambrientas… Beatriz, que era la más caprichosa de las
dos, quiso entrar en una pastelería para comer algo. Estrella fue a coger
dinero para cumplir el capricho de su hermana, pero descubrió que la maleta no
estaba. La habían perdido. Desesperadas, estuvieron vagando por el pueblo sin
saber qué hacer.
Al día
siguiente decidieron volver a la casa de su odiosa madre. Todo el mundo se
había enterado de su huida, así que los hombres ricos anularon la boda.
Un mes
después, las dos hermanas aparecieron muertas cerca de su casa. Cuando las
encontraron, vieron sobre sus cuerpos una foto en la que aparecía una maleta en
mitad de un camino. En la parte de atrás su madre había escrito una
dedicatoria.
Verónica
Aranda Rodríguez, 3º B
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