¡Mentirosa!
Penetraste en mi corazón
después de encontrarme.
Me comprendiste y con tus
palabras convertidas en lamento,
apaciguando mis palabras,
te callaste.
Mi voz se la llevaba el
viento.
Me mostraste que la
soledad, a veces, no para de rogarte.
Sacaste mi llanto.
Me persuadías para huir
contigo.
Gritando de rabia, me
aseguraste un mañana perdido.
Y así, con mi corazón te
pido,
susurrabas en mi oído,
que dejara mi alma en el
olvido.
Me acariciaste el rostro
con cariño.
No tenía sentido.
Fingiste demasiadas
palabras sabias,
la soledad, la tristeza,
nada te consumía.
Me alejaste de mi osadía,
convertiste una caricia
en algo consumido,
y hasta un beso, en un
símbolo de interés.
Sacaste de mis labios el
engaño de mi figura.
De odio yo me hallaba,
con una molestia
injustificada.
Me enseñaste a crear un
mundo retirado.
Me utilizabas.
Me controlabas.
Aún lo haces.
Pedisteis que me callara
y que me comiese mis palabras,
pero no entendía.
Yo era más fuerte que tú,
yo podía ganar la batalla.
Me llevaste hasta la
locura y me hiciste parecer perturbada.
Me invadiste por dentro
de nostalgia y olvido.
Eres como una droga que
jamás se aleja de mi cuerpo.
Te dejaré,
te abandonaré,
no volveré a seguirte el
juego.
Ya no me darás ningún
consuelo.
Mi propia boca, te
responderá:
Despiadada.
Tú, implacable, feroz,
impetuosa, vehemente, impulsiva, agresiva.
Tú, que con tus lágrimas
de cocodrilo me encandilaste.
Tú, excitante amargura,
de ti pienso olvidarme.
GEMA USERO FUENTES, 2º A
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