viernes, 3 de febrero de 2012

HISTORIAS CON LA V

Se trata de que cada alumno seleccione 10 palabras que comiencen con la letra V, otras diez que simplemente la contengan, dos nombres de lugares y dos de personas que comiencen con esa letra. Con ese material tienen que escribir una pequeña historia. Pueden aparecer otras palabras que ni comiencen ni contengan la V.


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Veinte vecinos, entre ellos Vicente y Virginia, vivían en Valladolid. Vicente era vigía y siempre llevaba vaqueros, y Virginia trabajaba de veterinaria.

Un verano, Virginia recibió las visitas de una vaca y de una gaviota. El problema de la vaca era que, de tanto cavar para buscar una calavera, sus pezuñas se habían ensuciado mucho. Virginia se las lavó, y la vaca volvió a Venecia, donde vivía.

La gaviota llegó después. Ella no podía volar, y había visto vídeos para hacerlo. Virginia le dijo que en el Universo vivían muchas aves que no sabían volar. La gaviota, más motivada, se fue a intentar volar de nuevo. Vicente, el vigía y novio de Virginia, cogió su móvil y la llamó.

-Vente a Valencia conmigo

Virginia, conmovida, respondió con un verdadero “sí”.

Fernando Gracia, 2º B




Victorino, un hombre joven, muy rico, pero muy voluntarioso, tenía una amiga que se llamaba Virginia. Un día de invierno, a Victorino le robaron en su casa; se llevaron su dinero, pero no sus valores. Sólo le dejaron la ventana, y suerte que tenía una vela para alumbrarse.

A Victorino le gustaba mucho divertirse tocando su nuevo violín favorito, y se aferró a practicar para recuperar su dinero. Un día, un supervisor le oyó tocar y le encantó. El supervisor le dijo que había un concurso en el que valoraban la habilidad para tocar el violín que se celebraba en Vigo. Como a Victorino le gustaba mucho volar, aprovechó la oportunidad para hacer un vuelo a Vigo. Cuando llegó al aeropuerto, alquiló un vehículo y llegó al teatro donde se iba a celebrar el recital. Allí se encontró a su amiga Virginia, que llevaba velo porque se había convertido al islam. La chica se quedó a ver la actuación de su amigo, con la que le dieron dinero y unas latas de cerveza. Tras el recital, Victorino realizó giras por Valencia y Venecia.

Jesús Urbón, 2º B


Un día, en una vieja aldea, dos jóvenes, Vicente y Victoria querían volar a Valencia para visitar a un antiguo vecino del la aldea. Lo malo es que el avión era una antigualla y estaba cubierto de polvo; menos mal que el piloto era un buen aviador. Desde la ventana vieron los pueblos de Valladolid y Valencia, pero tuvieron que aguantar todo el viaje sin ventilador. Cuando llegaron, se tomaron un buen vino de la mejor uva en la habitación del hotel.

Al día siguiente salieron de compras; por la mañana Vicente se fue a Zara a comprarse un traje de lana de oveja; por la tarde, Victoria fue al concesionario a comprarse un fabuloso Lamborghini Aventador y, además, un barco de vela para Vicente. Cuando ambos llegaron a su hotel vieron que había …¡una vaca en su habitación! Estaban perplejos. Fueron a avisar a la policía y, de repente, se les apareció un ovni con una Virgen dentro. Fueron abducidos y unos pequeños marcianos les dijeron que les tenían que desvelar un secreto, que era que se iban a convertir en avispas. Cuando salieron de la nave, ésta voló en pedazos y al final murieron sin visitar al vecino.

Anónimo, 2º B


Viviana Avilés era la novia de Vinny Arévalo; ambos se fueron en verano de vacaciones en avión a Venecia para navegar por sus canales. Estuvieron conociendo avenidas y comiendo uvas, ya que le encantaban a Viviana, y viendo vídeos de vacas y ovejas corriendo por los valles. Más tarde, Víctor, un vigilante vasco, los invitó a Valencia, y ellos aceptaron.

Al llegar a Valencia, a la casa de Víctor, era evidente que estaba llena de polvo, y ellos aceptaron limpiarla, pero con la condición de escuchar música a un volumen muy elevado. Cuando terminaron de quitar el polvo, fueron a la playa, y como Vinny era muy valiente, decidió irse hasta las boyas. Después de un tiempo, Vinny y Vivian volvieron a su casa de Venezuela.

Liliana V. Acaro, 2º B


Vicente y Vanesa eran compañeros de profesión, ya que eran los dos veterinarios. Tenían que ir a un evento en Vigo en tiempo de adviento, así que les dio mucha pena irse.

En Vigo había una suave brisa. Cuando llegaron al hotel, tuvieron que encender velas para ver porque se había ido la luz. El viernes fueron a dar un paseo. Vanesa llevaba unos vaqueros y un velo. En la octava manzana vieron unas vacas y oyeron unas voces que provenían de las ventanas, pero no eran violines. Anduvieron para llegar al hotel. El siguiente jueves se fueron a sus casas. El próximo año les iba a tocar ir a Valencia, a Vicente en invierno y a Victoria en primavera.

Sandra Castellano, 2º B


Había una vez dos grandes amigos llamados Víctor y Vicente. Vicente era un hombre viudo, violento y amante de la música: tocaba el violín. Víctor era divertido, expresivo y un gran veterinario. Se conocieron en Venezuela, aunque Víctor era de Valladolid y Vicente de Vallecas. De ahí salió una buena amistad de dos devotos del viaje y de las aventuras. Como compartían esta afición, en las vacaciones se iban a conocer mundo, y Vicente, además, a conocer chicas. En uno de esos viajes, Vicente conoció a una chica de la que se enamoró completamente. Ella vivía en Irlanda, y Vicente dejó Vallecas y a su amigo por esta muchacha. Unos años más tarde se casaron y tuvieron dos hijos; a uno lo llamaron Roberto y al otro Víctor en honor a su amigo del alma y padrino de su boda.

Víctor siguió viviendo en Valladolid, pero todos los veranos iba a Irlanda a estar con ellos. En uno de esos tantos veranos se fue y no volvió. Se quedó allí para siempre porque le gustó mucho el ambiente, la cerveza y estar con su amigo. Alquiló una vivienda al lado de la de Vicente, se compró una televisión de treinta y nueve pulgadas y rehízo allí su vida. También consiguió una novia y lo dejó todo en España. Los dos amigos se quedaron en Irlanda para siempre y de vez en cuando iban a España, pero volvían y traían cositas, como jamón, uvas… Ellos ya se consideraban irlandeses; y a esto se debe que muchos españoles tengan familiares irlandeses.

Carlos Quintero, 2º B


En un valle de Vigo vivía Valeria, en una casa que había alquilado para todo el verano que ya estaba acabando. Era su último día y ya tenía las maletas en la puerta. No corría nada de viento, pero llovía, y aunque lloviera hacía calor, así que se sirvió en un vaso un helado de vainilla. Encendió la televisión, abrió una ventana y vio el verde césped mientras que se lo comían las vacas. Cuando terminó el helado, metió el vaso en el lavavajillas con el resto de la vajilla, después fue al servicio, cogió su nuevo móvil y llamó a su amiga Valentina para decirle que se iba de viaje a Venezuela, que si quería ir con ella.

Cuando terminó de hablar, se puso a leer una revista hasta que llegaron los dueños de la casa, les devolvió la llave, les agradeció muchísimo que le hubieran alquilado la casa, se despidieron y Valeria se fue a casa de su amiga, que vivía en Vizcaya y con la que próximamente se iría a Venezuela.

Erika Cabanillas, 2º B


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