Un día, al llegar al instituto, nos encontramos con esta pintada. La primera reflexión fue que la podían haber hecho en el pasillo de su casa, que hubiera quedado tan mona.
Pero, en fin, ya que ha estado ahí durante algunos días, expuesta a las miradas de nuestros adolescentes (incluida la boba), bien puede servirnos para hacer una reflexión ortográfica.
En primer lugar, echamos de menos el signo de admiración al principio. Ya sabemos que es una peculiaridad del español, pero nos gusta mantener esa originalidad respecto a otros idiomas. Además, nos permite iniciar cualquier oración exclamativa o interrogativa con la entonación adecuada. Además de original, es útil.
La verdad es que nos preocupa el mensaje del enamorado. Tal como está la pintada, significa que el muchacho quiere que ella sea BOBA, lo cual nos parece machista y absurdo. ¿Para qué quiere que ella sea BOBA? ¿Para engañarla mejor o para que no se note que él es un poquito tonto?
A lo mejor no era ese el mensaje, sino que el muchacho quería expresar su amor a la chica, y ese BOBA quería ser un vocativo cariñoso; pero para eso, le faltaba la coma. Va a ser eso.
La pintada hubiera quedado perfecta (en el pasillo de su casa) así:
¡TE QUIERO, BOBA!
De todas formas, bobita, yo me iría buscando otro con más luces.
María Moulinex
