viernes, 17 de enero de 2014

UNA MALETA Y NUEVE HISTORIAS

HISTORIA Nº 8



¡QUIERO MADURAR!

Supongo que os preguntaréis qué hace una maleta en medio de la nada. Os lo voy a contar, pero tendré que empezar por el principio.

Mi nombre es Anita, tengo trece años y vivo con mi mamá en Barcelona. Desde hace un tiempo, ella andaba siempre fuera; si no era en el trabajo, era en la discoteca o con sus amigas tomando una copa en un bar. Mamá me tuvo muy joven, y mi abuela no lo llevó muy bien, así que mamá se escapó. Yo a eso lo llamaba “madurar”.

Este año ha sido mi primer curso en el instituto. La gente no es como en el cole. Menos mal que me tocó en la misma clase que Tania. La chica más popular del instituto es Tara. Siempre va vestida de negro, fuma y tiene un comportamiento muy vulgar.

Cuando llegó el tercer trimestre, me entraron ganas de cambiar algo en mi vida; tal vez hacer amigos nuevos. Me entraron ganas de que la gente me conociera, de ser popular… Empecé a pensar que si hacía lo mismo que mamá, maduraría antes; así que hice una lista con todos los pasos que tenía que dar para madurar. Tenía que integrarme en el grupo de Tara, ser popular, tener mi primer novio, ir de fiesta, fumar, beber… y, por último, escaparme, como mamá. Así la gente se daría cuenta de que había madurado, de que no era una friki. Sólo le conté mi plan a Tania, aunque ella no lo aprobó.

Después de unas semanas, hasta mi mamá, que no me prestaba mucha atención, se dio cuenta de que yo ya no era la misma: había dejado de vestirme con colores claros y sólo usaba el negro, ya no estudiaba y empecé a escuchar música que no era adecuada para mi edad. Ya había tachado todo de mi lista. La siguiente fase era marcharme de casa. Y me fui.

Ese día, mi madre llegó a las cuatro de la tarde después de una noche (parte del día) de fiesta, y no me encontró. Subió a mi habitación y lo vio todo revuelto. Faltaba la maleta. Por primera vez se preocupó por mí, y creo que se sintió culpable. Corrió a casa de Tania, y ella fue la que le dijo dónde podría encontrarme.

Yo iba caminando por aquel camino, con mi maleta, y oí que mi mamá me llamaba. Me di la vuelta y la vi corriendo hacia mí. Solté la maleta y fui a su encuentro. Nos dimos un abrazo, me pidió perdón y me dijo entre lágrimas cúanto me quería. Yo también lloré y también le dije que la quería. Volvimos juntas a casa, pero la maleta se quedó allí, sola. Mi madre y yo empezamos una nueva vida y ella era el pasado.

Alexandra Costache, 3º B



miércoles, 15 de enero de 2014

UNA MALETA Y NUEVE HISTORIAS

HISTORIA Nº 7





LA MALETA

Estrella y Beatriz eran dos hermanas gemelas de 15 años que vivían en casa de su madre, una  vieja gorda y amargada que las odiaba. Un día salieron a montar a caballo, como de costumbre y, a su regreso, su madre les anunció que había concertado sus bodas con dos hombres ricos y mucho mayores que ellas. Las niñas no podían hacer nada, ya que la fecha estaba fijada para sólo unas semanas después. Estaban tan desesperadas que decidieron huir de casa.

Una semana antes de la boda, Estrella preparó un carruaje y Beatriz recogió cosas de valor y las metió en una maleta, para luego venderlas y poder sobrevivir. Al amanecer, antes de que se despertara su madre,  salieron huyendo. Durante el camino, las dos jóvenes iban muy felices, pensando en sus nuevas vidas y en la maleta que iba a ser su salvación. Pero su felicidad duró poco: a lo lejos apareció su madre con otro carruaje y acercándose a toda velocidad.

Durante algún tiempo estuvieron intentando escapar y, al final, lo consiguieron. Su madre las perdió de vista porque se había parado a recoger algo que había visto caer del carruaje las jóvenes. Era una maleta, la misma por la que había salido a perseguir a sus hijas. Se puso tan contenta que le hizo una foto a aquella maleta en mitad del camino.

Las hijas llegaron a un pueblo cercano en un estado desastroso: sudorosas, despeinadas, temblando, hambrientas… Beatriz, que era la más caprichosa de las dos, quiso entrar en una pastelería para comer algo. Estrella fue a coger dinero para cumplir el capricho de su hermana, pero descubrió que la maleta no estaba. La habían perdido. Desesperadas, estuvieron vagando por el pueblo sin saber qué hacer.

Al día siguiente decidieron volver a la casa de su odiosa madre. Todo el mundo se había enterado de su huida, así que los hombres ricos anularon la boda.

Un mes después, las dos hermanas aparecieron muertas cerca de su casa. Cuando las encontraron, vieron sobre sus cuerpos una foto en la que aparecía una maleta en mitad de un camino. En la parte de atrás su madre había escrito una dedicatoria.


Verónica Aranda Rodríguez, 3º B


lunes, 13 de enero de 2014

UNA MALETA Y NUEVE HISTORIAS

HISTORIA Nº 6



LA RUTINA DE ALONSO

         Como todas las mañanas, sonó el despertador a las seis y media. Alonso se levantó y fue a la cocina para desayunar. Después se duchó, se vistió y bajó al garaje. Se subió en su modesto coche y se dirigió hacia la oficina.

         A Alonso le agobiaban los pitidos ensordecedores de los demás coches, que querían llegar a su destino lo antes posible. En la oficina, trabajaba sin descanso hasta las ocho de la tarde. Cuando llegaba a casa, tenía que seguir trabajando otras dos horas más. Después, bajaba a cenar a un bar que había cerca de su casa. Luego se iba a la cama para esperar que el despertador sonara de nuevo.

         Alonso estaba aburrido. Tenía que hacer algo urgentemente. Se le ocurrió una brillante idea: cambiar de aires. Tras darle varias vueltas al asunto, decidió que lo mejor era regresar a su pueblo, donde, antes de venir a Madrid, llevaba una vida muy tranquila.

Tuvo que trasladarse a la ciudad porque lo que le interesaba era trabajar en lo que había estudiado. Ahora le daba igual, y lo que quería era recuperar la vida que llevaba antes. Iría a su trabajo a pie, sin coche y tendría una jornada menos intensa, aunque ganaría menos. Además, dispondría de tiempo libre por las tardes. Sólo la idea de pensar en su huerto y en su afición a la pintura le hacía recobrar la ilusión por la vida.

Al día siguiente hizo la maleta y se marchó. Cuando llegó al pueblo, antes de entrar en él,  paró su coche en medio del camino, se bajó y soltó la maleta. Durante unos minutos, contempló el paisaje. Luego miró la maleta. Nada de lo que había en ella tenía ya interés para él. La dejó allí, sola, se subió al coche y entró en su pueblo, sin equipaje.



Víctor Vélez Carrillo, 3º B

sábado, 11 de enero de 2014

UNA MALETA Y NUEVE HISTORIAS

CUENTO Nº 5




LA MALETA

Ahí estaba la maleta, sola, en medio de esa carretera solitaria e infinita, sin nada alrededor. Todavía tenía restos de sangre, signo de la violencia cometida hacía muy poco tiempo.

Todo empezó en un día normal de otoño. Seth entró en el bar, como siempre, dispuesto a beber, beber y beber… Como decía, un día de lo más normal. Pero todo cambió cuando salió del bar: dos hombres empezaron a seguirle. Seth corrió hasta que pudo despistarlos, o eso creyó. Suspiró y empezó a correr de nuevo hacia su casa, y allí estaban, frente a él, apuntándole con sus pistolas. Se acercaron, lo empujaron, cayó al suelo y perdió el conocimiento. Llegó otro hombre conduciendo un coche, lo metieron dentro y se lo llevaron.

Cuando despertó, estaba solo, atado a una silla y con una maleta sobre las rodillas, en medio de una carretera por la que, al parecer, no pasaban muchos coches. Así estuvo durante horas, hasta que, a lo lejos, divisó un camión grande que se dirigía hacia él. A medida que se acercaba, los nervios de Seth aumentaban. “No puede ser, soy demasiado joven”, pensó.

A los pocos minutos, de Seth  no quedaba nada, sólo el maletín lleno de dinero y ensangrentado en medio de la carretera.


José García, 3º B


jueves, 9 de enero de 2014

UNA MALETA Y NUEVE HISTORIAS

HISTORIA Nº 4



EL AMOR PERDIDO

Un día lluvioso me llamó y me dijo que todo había terminado, que me dejaba. Estaba destrozado. Me olvidé de todo: mi trabajo, mis obligaciones… Ella era lo único que tenía, lo que me alegraba la vida. Aquella rubia y suave melena, sus ojos azules, que tanto llamaban la atención… Así era ella. Era Elena.

Yo era uno de esos tipos románticos, con el pelo oscuro y ojos brillantes de color miel. Mi nombre es Jonny. Esta es mi historia.

Soy huérfano, y cuando me dejó Elena, mi vida dejó de tener rumbo. Decidí marcharme a otro lugar, a vivir lejos de sus recuerdos y olvidarme de ella. Me subí al tren para emprender mi viaje. Decidí seriamente empezar desde cero. Aquella maleta que llevaba conmigo me traía demasiados recuerdos. Hay un mundo entero por descubrir. Me precipité a él: tiré por la ventanilla aquella maleta llena de momentos inolvidables.


Karima El Gadaoui, 3º B


miércoles, 8 de enero de 2014

BUZÓN DE SUGERENCIAS



Anunciamos que la biblioteca del centro ya contamos con un precioso buzón de sugerencias. Si os apetece leer algún libro y no está en la biblioteca, podéis solicitarlo. Los profesores que están de guardia en los recreos te facilitarán las fichas para que las rellenéiss con vuestras peticiones . No os prometemos nada, pero intentaremos comprar esas obras que os apetece leer.

El precioso cartel que anuncia el buzón ha sido realizado por las hermanas Usero de 3º B.

domingo, 5 de enero de 2014

UNA MALETA Y NUEVE HISTOIRAS



HISTORIA Nº 2


Era una niña de 11 años cuando entré al instituto, iba con miedo de poder hacer algo mal y que me quedara sola,  que la gente se riera de mí. Pero no, gracias a Dios tenía  a mi amigo de la infancia en el que podía apoyarme, le conocía desde la guardería. Después hice  otra amiga con la que me sentí a muy identificada, tanto que casi era mi hermana, a los pocos días vi a una chica que parecía maja y la veía tan sola que decidí meterla al grupo. A los cuatro meses éramos las mejores amigas, nada ni nadie podía separarnos. Hasta que una de ellas se propuso apartarme  de mi mejor e inseparable amiga. En el verano cuando me fui de vacaciones empezaron a unirse para ir las dos contra mí, cuando llegué nada era como yo había dejado las cosas, estaban raras, todo el rato hablaban de las cosas tan divertidas que ellas solas hicieron sin mí. Ahí fue cuando me di cuenta de que yo sobraba, ¿para qué iba seguir estando en un lugar donde no había sitio para mí? Cuando observe que no paraban de insultarme por cosas que yo no había hecho, me fijé en que no era yo quien se iba a quedar más sola, si no ellas por hacer eso y desearme que me pasara todo lo malo.

Cuando pasé a segundo iba con temor, no tenía ninguna amiga y mi amigo de la infancia no querría verme mas puesto que le dejé solo por las otras supuestas ‘’amigas’’ que  tenía.  Ahí fue cuando empecé a hablar con unas chicas muy majas que antes no nos podíamos ni ver por culpa de Jennifer y de Isabel  mis ‘’amigas’’. Pero a pesar de eso ellas me dieron una oportunidad. Ahí  fue cuando me alegre de haber dado de lado a las otras. Me hice amiga de todas, con una tenía más confianza que con otra, como es normal. También recuperé a mi amiga, que nos conocíamos desde los cuatro años. Después empecé a juntarme con una chica llamada Silvia, la que más me apoyó y me ayudó desde que me conoció, y pensar que empezamos a hablar gracias a un ejercicio de matemáticas que ninguna de las dos entendíamos. Así seguíamos hasta final de curso. En ese verano no nos separábamos ni un solo minuto. Empezamos a salir y a quedar con Ana y Penélope para dar una vuelta por las tardes, ir a la piscina, hacer guerras de globos, etc.

La víspera de las listas de las clases Silvia y yo deseábamos con todas nuestras ganas que nos pusieran juntas en la misma clase. Y así fue, cuando vimos nuestros nombres juntos en la misma lista nos pusimos a gritar y a saltar como locas. La gente que nos vio pensaría que estábamos tontas, pero nadie sabía que nos daba igual y que a pesar de todo a nadie le importaba lo que hiciéramos ni lo que sentíamos en ese momento, nosotras solo pensábamos en lo que íbamos a hacer durante este curso y las metas que teníamos planteadas. Todo era perfecto pero en mi mente se colaba algo negativo, no volvería a ver al chico que me gustaba, porque pasaba a bachillerato y no le vería ni en los recreos ni entre clase y clase ni nada…

El primer día era muy especial volvería a ver a mis amigos del curso pasado después de un verano largo y genial, nada más entrar a mi clase pensé en mis metas de aprobar el curso, cuando salí de aquella clase de tercero b, le vi, fue algo mágico, después de un verano entero pensando que no le volvería a ver. Mis expectativas cambiaron por completo.

Lo más especial de mi vida llegó ese veintisiete de octubre, mi hermana me dio la feliz noticia de que iba a ser tía por primera vez. A partir de ahí todos mis pensamientos cambiaron por completo, ahora me esforzaría al máximo por aprobar este curso para el verano que viene no dejar a mi sobrino ni un rato.

Un día soñé que me iba con mi familia y mi sobrino recién nacido de vacaciones por una carretera solitaria donde me encontré una maleta marrón de piel, mientras la iba abriendo pensaba en el temor que tenía por encontrarme algo que no quisiera ver.

 Definitivamente me armé de valor para abrirla de una vez y vi mi vida escrita tal y como era en un pequeño diario.



Cristina Velarde, 3º B

viernes, 3 de enero de 2014

UNA MALETA Y NUEVE HISTORIAS

Un día pasé por la Puerta del Sol y alguien estaba repartiendo propaganda. Se trataba de una postal con la foto de una maleta abandonada en un camino solitario. La imagen era bonita y sugerente, independientemente de lo que se pretendía vender. Se me ocurrió llevar esa postal a la clase de 3º B y proponerles que escribieran una historia en la que apareciera esa maleta abandonada en medio del camino, pero unos tenían que empezar la historia con esa imagen, y para otros esa debía ser la imagen final de su historia. 

Han salido historias muy diferentes en géneros y en estilos (hay, incluso dos cómics manga), pero el resultado ha sido muy satisfactorio. 

A partir de hoy vamos a ir publicando las nueve mejores historias de la maleta. Espero que os gusten

Lola




HISTORIA Nº 1


AMANDA

Amanda es una chica de 24 años, delgada, guapa y de muy buen carácter. Tiene un único sueño: poder bailar en Broadway.

Su semana se define en una sola cosa, bailar. Por las mañanas y algunas tardes va al Conservatorio de danza para convertirse en una bailarina profesional y poder cumplir su sueño. Las tardes que le quedan libres, las dedica dar clases de baile a niños pequeños. Cuando acaba todo eso, muy a menudo, va a visitar a su madre, Gloria; y más tarde se va, por fin, a su casa. En ella se encuentra su novio Gonzalo y su perro, Nico. Gonzalo es un piloto, por lo cual, ha visitado gran parte del mundo. Amanda y él se conocieron en el aeropuerto de Londres; Gonzalo pilotaba el avión en el que Amanda viajaba, con rumbo a New York.

Amanda hacía muchas pruebas para que algún día, la cogieran y la trasladasen a Broadway. Su última actuación fue en la capital de Londres. Bailó su especialidad, el claqué; pero como en casi todas, le dijeron que ya la llamarían.

Esa misma noche, Gonzalo y ella se encontraban en el salón, acurrucados y tapados con una manta por aquel frío invierno de Londres. Sonó el teléfono y Amanda lo cogió. Eran los de la prueba. Gonzalo veía que su novia ponía caras de entusiasmo y de alegría, pero sólo decía: «Vale, entendido, claro...» y cosas así. Gonzalo empezó a ponerse nervioso.
Cuando colgó, le dio un enorme y largo abrazo y se lo explicó todo.

Era Nuria, una de los miembros del jurado para el que he bailado esta tarde. Me ha sugerido hacer una última prueba-dijo muy alegremente ella, y rápidamente prosiguió-. Nuria me ha contado que ha estado siguiéndome prueba tras prueba, y que disfruta viéndome bailar, porque lo hago con limpieza y elegancia.

   - Pero Amanda,- le paró Gonzalo- una última prueba, ¿para qué?

  - ¡Para llevarme a los escenarios de Broadway, Gonzalo!- dijo entusiasmada.

   -¿En serio? Enhorabuena, cariño.

Fue una noche muy especial. Al día siguiente, Nuria fue a recogerla al Conservatorio para llevarla a la  última prueba. Anonadada, cogió sus cosas y se marcharon. Durante el camino Nuria le dio muchos consejos para la vida como bailarina.

Llegaron allí. Era un lugar simple, pero grande; había bastantes salas amplias donde se practicaba, y cada una con su vestuario correspondiente. Al fondo de un largo pasillo, se encontraba la gran sala, la más importante, donde los bailarines se ponían más nerviosos: La sala de Actuación.

Se pararon en recepción, donde un señor muy borde les indicó dónde se encontraba el señor Philip. Fueron con rapidez a buscarle y, al fin, le encontraron. Era el director de la empresa más importante de Londres de danza: Pineapple. Tenía un aspecto de persona agria, pero cuando comenzaron a charlar, se dio cuenta de que era un viejo señor corriente. Les fue agradable dialogar con él. Le dio instrucciones para la actuación, y estuvo ensayando varios pasos para poder asombrar al jurado. Eran increíbles aquellas piezas. Amanda en su tiempo de descanso se fue con Nuria a comprar el vestuario de la actuación.

Ya eran las 10:00 de la mañana, y Amanda empezaba a prepararse y a practicar para esa tarde. Pasaban las horas y ella cada vez se sentía más segura, pero a la vez igual de nerviosa. La gran sala ya estaba preparada para cuando llegaran los visitantes.

Quedaban 5 minutos para la actuación. Gonzalo estaba allí, muy contento, con su madre y su suegra y algunos amiguetes que tenían en común él y Amanda. El jurado se encontraba en un lugar resguardado para que los bailarines no se preocupasen y no se pusiesen más nerviosos.

El propio señor Philip presentó la actuación. Tardó varios minutos, pero se despidió de inmediato. El telón se abrió. Lo que veían los espectadores era una imagen de un descampado en perspectiva y una maleta en medio del escenario. Comenzó a sonar la música. Nadie salía. Nuria y muchos más fueron corriendo a buscar a Amanda; pero no la encontraban. La gente empezó a protestar y Gonzalo y su familia fueron a buscarla. Pasaban los minutos y nadie la encontró. 

Natalia Corchero, 3ºB.


jueves, 2 de enero de 2014

CUENTOS DE TERROR

CUENTO Nº 8





¡COMED CARNE!

En un pequeño pueblo de Pensilvania, la pequeña Carolina se levantó emocionada porque había llegado el día. Se vistió y se fue corriendo a la oficina de Correos a buscar su paquete.

-¿Ha llegado?, señor Dimitri. ¿Ha llegado mi paquete?
-Sí, pequeña, ha llegado, pero ¿qué puede ser tan importante?

-¡Son plantas carnívoras! ¡Comen carne!
-Ja, ja, ja… Eso son cuentos chinos, seguro que son tulipanes.

Muy emocionada, Carolina cogió su paquete y se fue a toda prisa en su bici. En mitad del pueblo se encontró a las animadoras, siempre abusando de los débiles…

-Carolina, ¿qué llevas ahí? –le preguntaron en tono de desfío-. ¡Dánoslo inmediatamente!
-Tengo prisa. ¡Dejadme!

Pero las animadoras no hicieron caso, la rodearon y le robaron el paquete. Carolina, indignada, se defendió a puñetazos y las insultó. Le dio un buen puñetazo en la nariz a la líder del grupo y salió corriendo con su bici.

-¡A por ella! ¡Que no escape! ¡Cogedla!

Todo el grupo corrió persiguiendo a Carolina para darle una paliza. Ella corría lo más velozmente que podía. Se adentró en un bosque al que nadie entraba por las leyendas que hablaban de sus peligros. Carolina no creía en ellas, así que no sintió miedo. Las animadoras la siguieron enfurecidas.

Carolina llegó hasta un pequeño lago, dejó su bicicleta y se lanzó al agua para atravesarlo. Cuando llegaron sus perseguidoras, no dudaron en cruzarlo también. Pero Carolina estaba cansada y, cuando llegó al otro lado, tuvo que pararse a retomar aliento. Las animadoras la alcanzaron, y ya estaban dispuestas a darle una lección.

-¡Ya te tenemos! ¡Te vas a enterar!

Mientras las chicas se acercaban a ella, seguras de que habían ganado, de no se sabe dónde salieron varias plantas carnívoras gigantes y empezaron a comérselas una a una, mientras Carolina gritaba:


-¡Comed carne! ¡Comed Carne!



Aquí se acaban los cuentos que hemos seleccionado de 1º A. Ahora son los alumnos los que tendrán que elegir cuál es el mejor. Tendréis que dar vuestro voto el día 8 de enero en la clase de Lengua. 


miércoles, 1 de enero de 2014

CUENTOS DE TERROR

CUENTO Nº 7



Nos habíamos comprado una nueva casa, más cerca del colegio. Mis padres estaban haciendo reformas en el salón. Yo estaba en mi habitación escuchando música. De repente, se hizo el silencio. Me quedé sorprendida, ya que momentos antes sonaban los golpes de la obra. Era como si el mundo se hubiera parado o yo me hubiera vuelto sorda.

Pasaron cinco minutos en silencio absoluto. Fueron los más largos de mi vida, pero, de pronto, escuché algo tras la puerta de mi habitación, como si alguien estuviera respirando tras ella. Me asusté y me metí en el rincón más escondido de la habitación.


La puerta se abrió y entró alguien que se quedó parado mientras respiraba fuerte. Luego empezó a andar lentamente, paso a paso. Yo estaba cada vez más asustada, y cada vez me iba haciendo más pequeñita, me iba encogiendo poco a poco. Los pasos se acercaban más y más a mí. Puse mi cabeza entre las piernas, cerré los ojos y apreté mis labios. De repente, se paró, dejé de oír sus pasos. Levanté la cabeza y abrí los ojos. Delante de mí estaba aquel hombre mirándome. Era bajito, muy bajito, iba vestido con una bata con capucha negra y llevaba una máscara, por lo que no podía ver su rostro. Intenté chillar, pero era como si alguien me estuviera tapando la boca. Intenté levantarme y echar a correr, pero el hombre me detuvo. En ese momento, recordé los buenos momentos que había pasado con mis padres, con mis abuelos… Después, se me cerraron los ojos y no los volví a abrir.