martes, 31 de diciembre de 2013

CUENTO DE TERROR

CUENTO Nº 6


Maddie



Era un día frío y lluvioso. Yo estaba sentada en el sofá viendo en la televisión mi programa favorito. En ese momento, mi madre entró en el salón con cara preocupada y triste a la vez, y, cuando me contó aquello, lo entendí perfectamente.

Me dijo que Maddie, mi mejor amiga, estaba en su clase de baloncesto habitual, cuando se empezó a encontrar mal. Se fue al baño y, como tardaba demasiado, su profesora entró para ver qué le pasaba. La encontró allí, con la cabeza en el lavabo y un gran golpe en la cabeza. El grifo estaba abierto y el agua corría tiñéndose de sangre y mojando sus cabellos. Nadie sabía qué había sucedido. Para mí fue un golpe terrible.

Mi madre se marchó a hacer unas llamadas y yo me quedé sola, sentada en el sofá, frente al televisor, pero ya no me interesaba nada de todo aquello. Sólo podía llorar. Me levanté y fui al baño para lavarme la cara, a ver si así se me aclaraban las ideas. Cuando entré en el cuarto de baño, todo estaba lleno de vaho y el espejo estaba empañado. Me extrañó, pero no le di mucha importancia. A lo mejor se había acabado de duchar mi hermano. Abrí el grifo y me lavé la cara. Después, quité el vaho del espejo para ver cómo tenía los ojos después de haber llorado. Entonces la vi, era ella, era Maddie. No eran imaginaciones mías. Estaba segura. Me giré y…


No tengo más recuerdos de aquel momento. Lo último que vi fue mi imagen en el baño, con la cabeza metida en el lavabo y con un golpe en la cabeza, igual que Maddie. También recuerdo que ese mismo día, en el instituto, Maddie me dijo que estaríamos juntas para siempre. Me lo prometió. No estoy segura, pero creo que estoy muerta.


lunes, 30 de diciembre de 2013

CUENTOS DE TERROR

CUENTO Nº 5



Era otro domingo aburrido y nublado. Yo no tenía ganas de hacer nada. Sin embargo, estaba en contra mí y me mandaron hacer miles de tareas, que, por supuesto, hice. Después salí a la parte de atrás de mi casa para tomar el aire. Decidía alejarme un poco, pues estaba aburrida. Iba paseando, y sólo oía el ruido de los coches.

No era un día soledad precisamente, sino más bien frío y con tanta niebla que ya me estaba arrepintiendo de haber salido. Decidí regresar a mi casa y empecé a notar un olor extraño que no lograba identificar. De repente, mi cuerpo no reaccionaba. Intentaba moverme y era como si  mi cuerpo se hubiera inmovilizado. Una sensación de terror se adueñó de mí. Intenté salir corriendo con todas mis fuerzas, y lo conseguí, pero una sombra oscura me perseguía. Cuanto más corría, más se acercaba a mí. De pronto, choqué con alguien, y la sombra desapareció. Era uno de mis vecinos. Después de pedir disculpas, subí corriendo hasta mi casa y me encerré en mi habitación. Mi madre se percató de mi presencia y me vino a preguntar si me pasaba algo. La convencía de que no pasaba nada. No quería preocupala.

El siguiente domingo volvía a ir por el mismo camino. Estaba intrigada y quería aclarar qué había pasado, pero iba temiéndome lo peor.  Se volvió a levantar mucha niebla y empezó a oler igual que el domingo anterior. De improviso, alguien me tapó la boca y, al mismo tiempo tiraba de mí por la chaqueta, tanto que me la rasgó. Ese ser, o lo que fuera, y me  susurraba al oído mi nombre, fría y lentamente.


Me despertó mi madre cuando había empezado a chillar. Era lunes y tenía que levantarme para ir al instituto. Pero… , cuando me levanté, me miré en el espejo y vi mi cara muy pálida, demasiado pálida, y me di cuenta de que había dormido vestida y de que mi chaqueta… ¡estaba rasgada como si alguien hubiera estado tirando de ella!


domingo, 29 de diciembre de 2013

CUENTOS DE TERROR

CUENTO Nº 4

¡UNA NOCHE ATERRADORA!



Hola, soy Emily Henrrie. Mis amigas y yo fallecimos 1997. Me gustaría contar nuestra historia, aunque…

Era 31 de octubre, la noche Halloween. Yo estaba en mi cuarto arreglándome para una fiesta. De repente, oí un chillido ensordecedor.

-¡Aaaaaaaaah!

Me di un susto de muerte. Creí que había pasado algo, pero no era así. Era mi amiga Tifanniy  que quería asustarme, como todos los años.

-¡Tifannie! ¡Te tengo dicho todos los años que no me hagas eso! ¡Que soy una miedosa!

-Bueno… relájate, tía, que ha sido una bromita de nada.

Bajé, pero primero me despedí de mi madre.

-¡Adiós, mamá!

-Adiós, hija, ten mucho cuidado…

Su voz me sonó algo extraña, pero no hice mucho caso. ¡Iba a pasármelo bien, muy bien! Por el camino recogimos a otras amigas, Ángela y Gabriela.

-¿Te pasa algo? –me preguntaron.

-No…, no, no me pasa nada. Sólo estoy un poco inquieta –contesté.

Llegamos al local donde se celebraba la fiesta, entramos y nos quedamos pasmadas, pues no había nadie. La habitación estaba oscura y fría. Era todo demasiado raro. Nos quedamos mirando aquel tétrico lugar, y descubrimos en un rincón unas escaleras viejas, casi derruidas. A pesar del miedo que teníamos, subimos. Arriba encontramos un local sucio, lleno de telarañas, que sólo se iluminaba por la luz de la calle que entraba por las ventanas. Allí había unos libros, uno de ellos estaba abierto… Había escrito: “Cuenta una leyenda que hace muchos años, unas amigas murieron asesinadas por la madre de una de ellas. La mujer se suicidó y su espíritu vaga por la Tierra…”. Sonó mi el teléfono, era mi madre.

-Dime, mamá.

-Hija, estoy aquí, baja, tenemos que hablar. Es urgente.

 Colgó sin más explicaciones. Estaba asustada, y le dije a mis amigas que me iba un momento, que no tardaría nada. Bajé, pero no vi a nadie. Volví a subir. Mis amigas también empezaron a inquietarse. De pronto, empezamos a oír el sonido como de un líquido que cae. Levantamos la mirada y vimos que en la pared habían escrito con sangre: “Ha llegado vuestra hora”. Nos miramos horrorizadas y echamos a correr escaleras abajo. Abrimos la puerta del local y…


-¡Aaaaaaaaaaaah!


sábado, 28 de diciembre de 2013

CUENTOS DE TERROR

CUENTO Nº 3 

 EL CLUB DE LA MEDIA NOCHE 




 Hubo una vez cinco niños a los que les encantaba contar historias de miedo en el bosque, sentados alrededor de una hoguera, así que decidieron crear el “Club de la media noche” para reunirse y contar sus historias favoritas. Una de ellas es ésta: 

 “Había una vez dos hermanos que se fueron de excursión a un bosque y se perdieron. Empezaba a anochecer y hacía un frío terrible. Encontraron a un hombre al que preguntaron cómo llegar al pueblo, y éste les contestó que el pueblo estaba muy lejos, que lo mejor era resguardarse en la cabaña de un amigo suyo, que estaba muy cerca. Se ofreció a acompañarlos, y por el camino les contó que si se quedaban en la cabaña, al día siguiente él les enviaría un taxi para que los recogiera. También les advirtió de que su amigo era un poco raro, y que le gustaban los acertijos. 

 Cuando llegaron a la cabaña, vieron que tenía un aspecto muy lúgubre, y a los niños les recordaba a las viejas cabañas de los cuentos que leían. Buscaron con la mirada al hombre que los había acompañado para preguntarle alguna duda, pero, extrañamente, se había esfumado sin hacer ruido alguno. 

 Se acercaron a la puerta de madera y, un poco asustados, llamaron. Les abrió un señor mayor, desaliñado, muy parecido a un científico loco. Los miró fijamente y les preguntó que qué querían. Los hermanos, con voz temblorosa, le explicaron que se habían perdido, y le pidieron que si podían pasar la noche en su cabaña. Les dijo que sí, pero con la condición de que resolvieran un acertijo. Los niños aceptaron.

 -Se puede ver dentro de un barril, no pesa y, encima, aligera el barril. ¿Qué es? 
-¡Un agujero! –respondió uno de los hermanos. 
-Muy bien, pasad, pasad –les dijo el señor-. Al fondo del pasillo tenéis vuestras habitaciones, y mañana vendrá a recogeros un taxi. 

 Los niños atravesaron el salón, convertido en una especie de laboratorio lleno de probetas y otros recipientes donde flotaban órganos y otras partes de los cuerpos de niños que no resolvían los acertijos, y que, como eran niños perdidos, nunca nadie los reclamaba”. 

 El niño del” Club de la media noche” cerró su cuento con una moraleja: 

“Los niños tontos viven poco”.

viernes, 27 de diciembre de 2013

CUENTOS DE TERROR

CUENTO Nº 2



Era la noche de Hallowen. Tomás y Guille iban a ir de casa en casa por toda la ciudad. Se habían disfrazado de vampiros. Después de unas horas, ya habían recorrido casi toda la ciudad, pero les faltaba una casa, una casa grande, vieja y oscura a la que nadie quería ir. Pero ellos fueron. La puerta estaba abierta y entraron.

 -¿Hay alguien ahí? 

 Nadie contestó, pero, de repente, se escuchó el ruido de alguien que bajaba por las escaleras, pero no se veía a nadie. ¡Pum, pum, pum…! Se escuchaba repetidamente. Los dos chicos se asustaron. De pronto vieron a un hombre sin piernas, con un aspecto horrible, que se arrastraba en dirección hacia ellos dando fuertes golpes con las manos. Intentaron salir, pero la puerta estaba cerrada y no conseguían abrirla. Cada vez tenían más miedo, y estaban seguros de que aquel hombre iba a matarlos. Se acercaba cada vez más. Los niños querían correr, pero estaban como paralizados por el miedo. ¡Pum, pum, pum…! 

 -¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah!


jueves, 26 de diciembre de 2013

CUENTOS DE TERROR

Vale, quizás no sea el momento más adecuado para estos cuentos, pero cuando los escribieron los alumnos de 1º A, allá por los primeros días de noviembre, estaba totalmente contextualizados. No hemos podido ponerlos antes porque no hemos tenido tiempo.

Los alumnos de 1º A los están esperando porque han de elegir cuál es el mejor. Van a ir apareciendo estos días y de forma anónima. Esperamos que os gusten.

CUENTO Nº 1




¿QUÉ FUE DE ROCÍO? 

 Rocío vivía con sus padres y con su perro Yuki en una casa muy grande a la que se habían mudado hacía muy poco. 

 Un día se quedó sola con su perro porque sus padres tenían que ir a comprar algunas cosas. A la niña se le ocurrió inspeccionar la casa, ya que todavía no la conocía del todo. Subió a la planta de arriba y descubrió un pasillo al que daban muchas puertas. Llegó hasta la última, la abrió y entró. La puerta se cerró tras ella como si alguien la hubiera empujado con mucha fuerza. 

 Se quedó horrorizada: la habitación estaba llena de muñecas colgadas por el cuello y manchadas con pintura roja como si fuese sangre. De repente, empezó a escuchar unos golpes fuertes. Pensó que sería Yuki, que habría tirado algo al suelo, pero vio por la ventana que el perro estaba tranquilamente en el jardín. Se asustó. 

 Poco después, escuchó las voces de sus padres, que ya habían vuelto. Se dirigió a la puerta para salir, pero sintió como si le tocaran la cabeza, y oyó que le susurraban al oído unas palabras que no entendió. Empezó a gritar y a dar golpes en la puerta, pero nadie la oía. De pronto, desapareció.


martes, 24 de diciembre de 2013

CUENTOS MEDIEVALES

EL AMOR ES UNA INJUSTICIA



La tenue brisa del ocaso acababa de volver para concluir lo que no terminó el pasado invierno, aunque no conseguiría llegar hasta Benethor ni a Doromir. Sus murallas eran fuertes y no lograrían caer por muchos golpes que sufrieran, en cambio, sus plazas no resistirían los fuertes vientos ni las incansables lluvias que se acercaban. Eran pocos los que podían librarse de un simple resfriado y la supervivencia por aquellas estaciones era terrible. El mal atormentaba a quien se le cruzara por el camino. Al parecer, las puertas del castillo solo ayudaban a nobles y a ricachones de pueblos cercanos.

-¡¡¡Lilliam!!! ¡¡¡Lilliam!!!- gritaba Edmond con insistencia.

Los pasos de Lilliam cada vez eran más notables. Sus pisadas resonaban por todo el palacio haciendo que vajillas y jarrones se tambalearan suavemente. 

-¡¡Lilliam!! ¡¡Lilliam!!! ¿Dónde estará esta  hija mía? ¡¡Lilliam!!!

Apresuradamente, Lilliam apareció por la puerta del salón, silenciando al fin a su afligido padre.

-¿Me llamaba?, ¿a qué tanta persistencia, padre? ¡No puedo estar ni dos segundos sola si usted no para de gritarme!

-Dispensame querida, no quería asustarte, me gustaría que fueras a la fragua, tengo un encargo y no puedo disponer de mis servidores porque se encuentran al otro lado del reino.

-Está bien, usted sosiéguese un poco, no me demoraré.

Lilliam, la hermosa hija del rey, vivía en Benethor, junto a su padre, sus hermanas y el servicio. Las visitas por aquellos lares eran de lo más habitual. No podían esperar más de un día a ver caras familiares por el salón o en algunas otras habitaciones.

La joven de hermosa cabellera rubia recorrió todo el pueblo en busca de la fragua y logró encontrarla, aunque con tardanza. Cuando cruzó la puerta, lo único que puedo ver fue un establecimiento vacío. El fuego parecía haberse encendido en ese momento, aunque no lograba entender porqué no había nadie.

Repentinamente, escuchó una voz proveniente de la otra habitación y decidió seguirla.  Los gritos cada vez eran más intesos, parecía que alguien se encontraba en pleno combate.

Cuando por fin logró descubrir quien lanzaba los gritos, lo contempló durante unos instantes. Era un joven alto y fornido, con un gran espíritu de batalla.  Su mirada era intensa e insólita.  No había visto ojos tan verdes en su vida, le recordaban a las esmeraldas. Tenía una larga melena castaña que se movía al empuñar su espada. Parecía que se preparaba para combatir en los grandes torneos que se hacían en las plazas.

Lilliam se quedó patidifusa, no había visto a guerreros tan audaces como ese joven. De repente, perdió el equilibrio y cayó sobre unos tablones de madera, haciendo que el muchacho concluyera con su entrenamiento.

El muchacho se sobresaltó primero y luego se acercó sigilosamente. La joven se encontraba postrada sobre los tablones, con una de sus piernas lastimada.
-¿Qué hacías ahí, muchacha? ¿ Me espiabas?-dijo él, soltando una carcajada.
-¡Es usted un infame! No ayudarme sería su sentencia, herrero.

-¿Me está usted amenazando?- volvió a reír, pero esta vez con más ahínco.

-No diga memeces y ayúdeme.

El joven le ofreció su mano, para que ella pudiera volver a levantarse.

-¿No es usted de por aquí, verdad?

- ¿Me ves con cara de mendiga?

-Si con mendiga se refiere a torpe...

-Soy Lilliam, la hija de Edmond de la casa  de Benethor y no soy torpe ni mendiga.

-Así que tengo el placer de hablar con la princesa Lilliam... muy poco rauda para ser la princesa.

-¿Se burla de mí?-soltó un rugido y  su mano- Prefiero levantarme por mi misma, no necesito su pésima ayuda.- Por cierto, ¿Quién eres, zagal?

-Soy Christopher, herrero e hijo de Akill, ya fallecido en el anteriror solsticio de verano. ¿Por qué has venido?

-Vengo a recoger un pedido de mi padre, el rey.

-¿Te refieres a la espada de Adalwolf?, Está aquí, traída de las más altas montañas de Idanthyrsus. Aquí la tienes.

-Gracias...un placer haberte conocido Christopher.

-Vaya con cuidado y no vuelva a resbalarse- De nuevo rió.
Cuando Lilliam volvió al castillo, se dirigió irritada hacia su padre, que se encontraba sentado en el enorme sillón del salón.

-Padre, aquí tiene su maldita espada...

-¿A que tanto enojo, hija?

-No es nada, padre, simplemente cójala.

-Oh, Christopher ha hecho un buen trabajo, le diré que se pase por aquí.

-¡Pero padre!-soltó un soplido.

Lilliam intentó mostrar como un problema el juego que Christopher tenía con su espada, pero su padre lo tomó como algo bueno y pensó que no sería mala idea en entrenarle como caballero noble de Benethor.

A la mañana siguiente, Lilliam montó a lomos de Aika, que al parecer había dormido mejor que ella. Allí se sentía libre, sin nada que esconder al mundo. Aún recordaba el testarudo carácter de Christopher, que le enojaba, aunque sentía algo por ese joven, algo profundo y que aún no había salido a la luz.

Cuando bajó a desayunar se lo encontró sentado en la mesa del salón y decidió dar media vuelta.

-¿A donde vas, mujer? Vamos, siento haber empezado con mal pie. Por cierto, ¿cómo estás?

-No debería de referirse así a mi persona, y estoy bien, gracias. Lilliam siguió subiendo las escaleras.

-¡Siéntese aquí conmigo!, ¿No le apetece un poco de bizcocho?
-¡Cállese! ¡Es muy pronto para dar esas voces!

-Pues no pararé hasta que no se siente.

Lilliam no tuvo más remedio que sentarse junto a Christopher, que también desayunaba.  La joven le preguntó, qué había venido a hacer allí. Al parecer el muchacho había vuelto para hablar con su padre.

-Gracias- le dijo a ella.

-Gracias, ¿por qué?

-Por hacer que mi vida tenga algo de sentido y no ser un simple herrero de poca monta.

-¿Y qué he hecho yo?

-¿Usted?-soltó una simple risotada- Usted le dijo a Edmond lo que vio en la fragua.

Lilliam recordó que solo quería hacerle un mal, pero que las cosas no le salieron como ella quería. Al parecer no había vuelto sólo para hablar el rey, sino para agraderle aquella mala idea que tuvo, aunque por otra parte su corazón quería que Christopher se quedara unos días a vivir en el castillo, para que las murallas pudieran protegerle de aquellos terribles tiempos.

Edmond bajaba por la escalera apresurdamente con una leve sonrisa.
-Christopher, a ti te quería ver yo- Edmond se acercó al muchacho y le dio unas cuantas palmadas en la espalda.-Quería decirte que mañana al alba podrás venir aquí para entrenarte libremente con algunos de los caballeros de la corte, así te agradeceré lo que has hecho con la espada de Adalwolf.

-Gracias, majestad- dijo haciéndole una reverencia. Christopher se giró hacia Lilliam: "Hasta pronto, princesa".

Y después desapareció tras la puerta del salón.

-Oh, hija, antes de que se me olvide, quería decirte que esta tarde viene Henry, principe de Doromir y necesito que le causes buena impresión, puede que pronto unamos ambas casas.

Cuando Lilliam escuchó aquello, no dijo nada, simplemente su cara lo reflejó todo, el odio que ahora le tenía a su padre, era inmenso "¿le casaría con un extraño?".

Al caer la noche Banat, una de las sirvientas cogió el vestido más hermoso y enorme que Lilliam tenía en su armario. Era rojo y blanco, con mangas anchas y corsé.

Banat, se lo apretó de tal manera que a la joven no le quedó otra que resignarse. No le gustaban nada aquellos ropajes de gala, eran muy incómodos y no lograba acostumbrarse a ellos. Cuando se lo vio puesto, no puedo reconocerse. Pensó que si el destino de todas las princesas era aquel, no le gustaría que también fuera el suyo, pero debía de afrontarlo, si ella huía, toda la comarca se avergonzaría de Benethor, y eso es algo que su padre no permitiría jamás. En ese momento Lilliam pensó que le gustaría estar al lado de Christopher y que a la mañana siguiente podría volver a cruzarse en su camino.

Cuando Lilliam bajó las escaleras, se encontró a casi todo el reino de Doromir, y también a su futuro esposo. Era un hombre de mediana edad, demasiado mayor para ella. Tenía un gran mostacho y una barba considerable y lanuda de un color cobrizo. Su pelo era largo y castaño, parecía un poco sucio, aunque sus ropas decían lo contrario. Iba vestido con hermosos ropajes adornados y zapatos de buena compostura. El color predominante era el negro aunque en su calzado se apreciaba un poco de granate.

Lilliam volvió a pensar en Christopher, quería volverle a ver.

-¡Bienvenidos a Benethor, amigos, me gustaría tener el honor de presentarles a mi hija! ¡Hija preséntate a Henry y a sus cortesanos!

-Encantada de conocerle Sir. Lilliam logró contener sus sentimientos e hizo una reverencia.

-El honor es mío, princesa-dijo Henry, aunque su voz no sonaba tan profunda como la de Christopher, y le dio un beso en la mano izquierda, sin embargo Lilliam lo sintió como cuchillas.

-Bueno, pues si ya hemos acabado de presentarnos, es también un honor tenerles en mi reino y me gustaría que disfrutaran del entretenimiento y del banquete.

Lilliam quería salir de allí. No lograba entender cómo una persona podía deshacerse o entregarle a otra con un simple movimiento de manos o con unas palabras. No quería estar con ese extraño hombre, no le gustaba, quizás sus ojos no veían el dinero como su padre. Él solo quería  monedas y más monedas, no le importaba lo más mínimo qué iba a ser de sus hijas ni su felicidad.

Al cabo de unas horas, cuando por fin terminó el festejo, Edmond volvió a girarse hacia ella.

-El martes uniréis vuestras manos en matrimonio- y la miró con una sonrisa de oreja a oreja.

-Padre, yo no le quiero.

-Vamos, es un buen hombre, te hará feliz.

Lilliam corrió a sus aposentos en busca de consuelo, aunque lo único que consiguió fue llorar y sollozar.

En el momento que amaneció, bajó rápidamente las escaleras, pero, esta vez Christopher no estaba en el salón, así que desayunó sola.

Cuando salió al jardín el sonido de las espadas la condujeron hasta el astuto muchacho, que se encontraba luchando contra un pequeño maniquí de paja.
Christopher distinguió a Lilliam de entre todos los hombres que había en aquellos campos y corrió hacia ella, como si le fuera la vida ello.

Cuando ambos empezaron a dar un paseo, Christopher volvió a ser el que inició la conversación. Le habló de lo hermoso que era su castillo y le agradeció que le dejaran quedarse allí.  En algunos momentos el joven le obsequiaba a la muchacha con muchos halagos. Lilliam decidió contarle lo que su padre tenía guardado  para ella y que no le gustaría casarse con un hombre al que no amaba. El muchacho logró contener sus sentimientos de furia. Él la quería y nunca permitiría que se casara con aquel extraño. Al cabo de unas horas de conversar y sonreir, Lilliam pensó que ya era el momento de volver, aunque ella no quisiera. Christopher le mandó una sonrisa picarona y se fue, pero seguía disgustado.

A la mañana siguiente Lilliam  se dirigió al salón, con la esperanza de que esta vez le encontraría. Parecía que por fin sus pensamientos se habían cumplido, y fue a la mesa junto al joven.  Le encantaba hablar con él y estar a su lado. Era encantador y sus charlas nunca le aburrían. Christopher parecía algo afligido, le apenaba no poder estar más tiempo con ella. 

De nuevo salieron a dar un paseo a escondidas, pero esta vez a caballo. La joven era una espléndida amazona, en cambio él no tanto.

Parecía que aquellos malos tiempos ya estaban desapareciendo. Ese día el sol brillaba más que nunca y Lilliam sentía que nadie podría apartarle de su lado, le apreciaba mucho, le amaba. Christopher odiaba montar a caballo, no se le daba bien dominar a esos majestuosos animales. Juntos caminaron por todo Benethor, hasta que se les hizo de noche.

Al bajar del caballo, Christopher cogió las dos manos de Lilliam y esta le miró a los ojos, no quería volver jamás a ese castillo.  Christopher condujo a Lilliam a la fragua donde ambos pasaron una apasionada noche en el lecho del muchacho. Lilliam nunca olvidaría esa noche, la mejor que tuvo en su vida.
Cuando el sol volvió a salir, Christopher quiso abrazarla con fuerza, pero ella ya no estaba allí. Él, sin pensárselo dos veces, corrió tras su amada.

Lilliam había vuelto al castillo, donde la preparaban para la ceremonia. Su vestido era largo y ceñido, de un color ocre, con dos amplias mangas.  Los detalles de encaje eran de plata y el tocado de su pelo parecía formar una enorme flor.

El herrero estaba desesperado, necesitaba volver a tenerla entre sus brazos, cogerla y arrancarla de las manos de aquel infiel. Corrió y corrío por todo el reino en busca de Lilliam. Cuando alzó la vista, la carroza que ahora disfrutaban los "enamorados" cada vez se alejaba más. De nuevo volvió a apresurarse. Sus pensamientos ahora reflejaban la más pura inquietud y notaba como todo se iba desvaneciendo poco a poco. Christopher volvió a mirarla. Ella aceptaba su destino, sabía que quería a Christopher, aunque no se giraría jamás, era demasiado triste ver como sus deseos se hacía añicos y se fue con la cabeza alta.

Christopher, se detuvo. Ya nada podría parar aquel vehículo. No lograba entender aquella realidad. El muchacho dio marcha atrás dando la espalda a lo que antes había sido un sueño. Sus lágrimas ahora eran de injusticia.

Pero Lilliam, miró atrás. No había nadie. Él ya se había ido. Lilliam se volvió hacia Henry, sabía que nunca le haría tan feliz como lo hizo Christopher. Ella pensó en él y en todos los momentos que habían pasado juntos. Sus noches no serían las mismas, pero ella sabía que aquel muchacho siempre sería el padre del hijo que llevaba en sus entrañas. 

S. U., 3º B

lunes, 23 de diciembre de 2013

CUENTOS MEDIEVALES

LA VENGANZA DE LOS BÁRBAROS




Con el invierno asomando a través de las montañas y todos los arroyos de la comarca ateridos , el reino de Frintrik seguía  desprevenido. Sus calles seguían abarrotadas de gente aún sin percatarse del gélido aliento del horizonte. El reino de Frintrik y el reino de Heridan concluían el enlace de las dos casas. Elenor, hija heredera de Adonis, rey de la casa Frintrik, y Beltrán, caballero de la Guardia Oscura e hijo bastardo de Gaspar, rey de la casa Heridan, se unían en matrimonio. La ceremonia acabó tras varias copas de ron y alguna que otra alabanza por parte de paisanos a la feliz pareja. Más tarde, después de la fiesta cortesana, ambos se dirigieron a la alcoba nupcial, donde se manifestaría el amor que se tenían.

Cinco años después, el reino los reinos de Frintrik y Heridan formaron el reino de Harland, cuya familia real estaba constituida por la princesa Elenor, Beltrán, y Drioli, Elizabeth, Marllory e Ian Harland, hijos de ambos. Su reino había prosperado años atrás luchando con uñas y dientes contra reinos invencibles y contra la gran epidemia de la peste bubónica. Hasta que un amanecer invernal, despertó a las gentes de Harland con algún que otro rumor que hablaba de seres descuidados, brutos y bárbaros que se dirigían hacia allí.  Beltrán y una brigada de soldados de élite salió de amanecida en busca de refuerzos y se dirigieron a la Cantera Maldita, a los Montes Olvidados y al bosque de las Almas Perdidas, donde se situaba el confín del reino.

En El refugio del reino de Drafmulk, reino de Arthur, hijo de Axel y Dana, de la casa Moridan, alboreaba dejando al descubierto su posición. Un grupo de bárbaros combatían cuerpo a cuerpo.
-Solo sabes hacer eso ¿eh?-dijo el guerrero más forzudo haciéndole la zancadilla a su contrincante y, acto seguido, poniendo su espada sobre su garganta.
-Basta...está bien.., me..., me..., ¡nunca!- su contrincante se levantó de un salto, esquivó la espada y le propició  propinó un buen puñetazo en el mentón, dejándole aturdido durante varios minutos.
-Bien hecho, Adler, parece que se te da bien hacerle la vida imposible a Ahren- dijo Arthur, dándole unas palmaditas en la espalda.

-Gracias, mi señor, es un honor estar a su  vuestro servicio-dijo Adler arrodillándose.

-Mañana partiremos al alba, hay una deuda que saldar- se dijo a si mismo Arthur. Dio media vuelta y sus palabras quedaron en el aire.
Durante todo el crepúsculo del solsticio de invierno, los caballeros de la Guardia Oscura estuvieron ausentes. Pactaron adiestrarse duramente. Algunos, concluyeron la noche entrenando sin descanso, otros afilaron sus espadas hasta dejarlas tan finas como un alfiler, y los demás, practicaron sin tregua una y otra vez, disparando flechas al diminuto redondel rojo que se situaba en el centro de la diana. Estaban preparados. Estaban listos para la batalla que se avecinaba.
Miles de guerreros inmóviles se situaban al pie de la muralla con miles de lanzas apuntadas hacia el  ejército enemigo y, en el centro, Beltrán contemplaba la situación silenciosamente.

-Su majestad, creo que alguien se aproxima, ¿desenvainamos?- habló uno de los batalladores dejando que Beltrán le cortase con un simple movimiento de mano.

-Esperad-  ordenó Beltrán.

Un bárbaro de largas barbas y cabellos montaba en un caballo negro como la noche. Corría a gran velocidad y se dirigía hacia ellos.
Pausó su marcha y acto seguido se postró ante Beltrán.

- ¿Qué es lo que buscáis, bárbaros?, ¿mujeres?, ¿ron?, ¿muerte? ¿Cómo osáis mostraros ante mí?- preguntó con tono amenazante Beltrán, mientras escuchaba las risotadas de su rival.

-Vaya, vaya, vaya... con que no se acuerda de tiempos pasados... Mmm... tendremos que refrescarle la memoria.- le replicó en tono de burla y, a continuación, hizo sonar una corneta.

Una multitud de caballos y sus respectivos jinetes salieron decididos de la frontera más próxima. Uno de los jinetes se adelantó y se postró ante el rey con miles de hombres a sus espaldas.

-Juro que vengaré la muerte de mi hijo Baldwin cortándote una y mil veces la cabeza.- dijo Arthur desenvainando la espada y rápidamente rebanándole el cuello sin darle tiempo a sacar su espada.

-¡Muerte al reino de Harland!- gritó Arthur levantando su arma.
Los bárbaros se alzaron sobre el numeroso ejército de Harland.
Miles de hombres cayeron ese día, cientos de mujeres fueron violadas y asesinadas brutamente, y miles de cabezas rodaron sin rumbo por las ruinas del castillo de Harland.


La muralla cayó. Harland había perecido en la oscuridad.

G. U., 3º B

domingo, 22 de diciembre de 2013

CUENTOS MEDIEVALES

EL TORNEO DEL PRÍNCIPE WILLIAM




Era un día como otro cualquiera, un día cualquiera en invierno, quiero decir. Con miles de mantas envolviéndolo, el príncipe de la villa de Paterna se despertó muy entusiasmado: al día siguiente iba a empezar su famoso torneo anual del príncipe William. Esta fiesta era muy tradicional en el reino, ya que el premio era casarse con la doncella elegida, la más guapa, por supuesto. La joven tendría una cita con el ganador y si se gustaban y encajaban como dos piezas de un puzle anunciarían su boda ese mismo día. 

 El príncipe se fue a desayunar varias piezas de fruta con un vaso de agua en la gran mesa de su comedor alumbrado con el fuego que le habían preparado sus sirvientes. Estaba él solo y por una vez necesitaba a alguien en su vida, puede que una mujer para siempre...Lo cual era muy raro en él; se oía decir por la villa que era muy mujeriego. El príncipe empezó a pensar cómo podría conseguir a una mujer y le vino a la cabeza el gran torneo... 

 Bajó al patio de armas donde allí se reunía el que organizaba a los participantes, y le comunicó: 

 -Perdona, soy el príncipe William, quiero participar en mi torneo anual, para conseguir a mi amada, me he enterado de que vendrá Patricia y quiero ser el ganador. Sinceramente te lo digo, mi querido compañero, estoy enamorado de ella desde que quedamos para tomar el té una tarde, hace bastante tiempo. Quiero ser el ganador para tenerla por fin entre mis brazos. 

 -Señor, una de las normas es que los miembros de la familia real no pueden participar, pero... , si es por un amor verdadero, os apuntaré. Pero os impondré una sanción por incumplir las reglas: tendréis que luchar con el dragón de los montes si finalizáis y ganáis las demás pruebas. Ahora me tengo que marchar a preparar las pruebas, mañana nos vemos. 

 A la mañana siguiente mientras el príncipe intentaba armarse de valor, la villa estaba preparándose para comenzar el torneo, todos recogían sus pertenencias para alojarse en el palacio del príncipe mientras durase el torneo. Venían unos invitados muy especiales que tendrían la mejor habitación, eran los reyes de Bayarcal. 

Cuando llegó la hora del gran torneo, se hicieron las numerosas pruebas, como la gran muralla, las carreras con caballos y lanzas… El príncipe fue el ganador de todas, y ahora tenía que luchar contra el dragón. 

La lucha fue dura, y el dragón fue el ganador. Cuando la princesa Patricia vio al príncipe muerto, rompió a llorar, porque ella también estaba enamorada de él. 

El apenado rey anunció: «Damas y caballeros, nuestro gran príncipe William me envió un mensaje para la preciosa princesa Patricia. Tú siempre le gustaste al gran príncipe, eras su favorita y si moría en la prueba del gran dragón no podría estar siempre solo porque tú le acompañarías en su corazón».

S.A., 3º B

viernes, 20 de diciembre de 2013

LA BIBLIOTECA

Cada vez tenemos menos tiempo para hacer cosas que vayan más allá de preparar clases y corregir tareas y exámenes, pero aun así, seguimos intentando que la enseñanza sea diferente, que vaya más allá de la estrecha aula. 

En octubre celebramos con los alumnos de 1º de la ESO el Día de la Biblioteca: inventaron metáforas sobre el libro y la biblioteca, hicieron preciosos carteles, pintaron y dibujaron. Muchas semanas después se pudieron colgar los carteles para decorar la biblioteca del centro, y sólo ahora podemos dar noticia e imágenes de todo.

Esperamos que os guste este vídeo.

jueves, 19 de diciembre de 2013

CUENTOS MEDIEVALES

MUERTE POR IGUAL



 - ¡Llevadle al otro lado de la muralla! - grité-. ¡Trasladadle a su aposento y llamen a un médico!

     Era una noche tranquila, muy diferente a las demás. El cielo parecía extraño y las estrellas brillaban más de lo normal. El castillo quedaba en la penumbra y no se veía más allá de la muralla.

     Willy estaba muy grave. Estando al otro lado de la muralla, se había desmayado y había empezado a echar espuma por la boca. Cuando despertó, empezó a temblar.

     ¿Le habría sentado mal algún alimento del torneo? Si era así, ¿estarían todos infectados? Sé que yo no porque no fui al torneo, me quedé en la herrería acabando la espada del rey Carlos.

     - ¡Ven al aposento de la princesa Maya! Se ha desmayado, parece que le pasa lo mismo que a Willy.

     - ¡Enseguida!

    Al día siguiente, los guardias del rey fueron a casa de la cocinera.

    - Por orden del rey, queda detenida por la muerte de la princesa Maya y nuestro caballero Willy. Mañana serás ejecutada.

    - ¡Yo no he hecho nada! - dijo la cocinera

    - Dos de los asistentes al torneo han muerto y los otros catorce parecen tener los mismos síntomas. No creo que les quede mucho.

    - ¡Puede haber sido cualquier otra cosa! - se defendió la cocinera.

    - Dieciséis personas fueron al torneo, catorce con síntomas y los otros dos muertos. Todo el castillo asistió al torneo exceptuándote a ti y al herrero Benson, y todos probaron tu sucia comida.

    Bueno, parece que morirán todos, y nadie ha sospechado nada de mí. Se darán cuenta de que, nobles y pobres, al final siempre vamos todos al mismo sitio. Aunque yo llegaré más tarde.



J. G. G., 3ºB

martes, 17 de diciembre de 2013

CUENTOS MEDIEVALES

LOS PRÍNCIPES



Estamos en la Edad Media, cuando los reyes Fernando y María gobiernan en su precioso Castillo con amplios patios, murallas, aposentos... Aquel castillo era gigante y maravilloso. La palabra de los reyes es la más importante, así que decidieron casar a Ana, su única hija. La van a casar con un hombre importante y que esté a la altura. El pueblo no puede hacer nada más que obedecer porque tienen que cumplir la palabra de los reyes. Tras unos días, Fernando y María mandaron a un par de funcionarios en busca de un caballero para su hija. Después de un buen tiempo buscando, los funcionarios encontraron a un caballero que era guapo con ojos azules, pelo rubio...y era rico, pero a Ana no la enamoró. Fernando y María decidieron casarlos aun así porque pensaban que era una buena influencia .La casaron en invierno, la estación con más frío y lluvia. Al principio Ana no quería aceptarle en su vida, aunque estuvieran casados. 

Tras varios años Ana le quiso como nunca y todo el pueblo se quedó sorprendido porque no sabían cómo había ocurrido aquello. Según Ana no fue fácil, tras varias peleas entre ellos y tanto odio de ella hacia él, Carlos le demostró a Ana lo mucho que la quería y la convenció. Aunque pasaron mucho tiempo de su vida odiándose, al final todo se arregló, porque Carlos es un buen hombre. Los reyes los nombraron príncipes y heredarían el título de los reyes en un futuro próximo. Así vivieron todos felices el resto de su vida.

R. E.H., 3º B

miércoles, 11 de diciembre de 2013

ENCUENTRO CON ALMUDENA GRANDES II

Dos semanas después y pasados los agobios de los exámenes, las evaluaciones, ha llegado el momento de que recordemos el encuentro que vivimos el 25 de noviembre con Almudena Grandes en la Casa de la Cultura de Parla. Hoy vamos a dejar hablar a las imágenes y en los próximos días publicaremos los comentarios de los bachilleres que fueron los auténticos protagonistas del encuentro junto con la escritora. Os dejamos también las palabras que abrieron el acto. Pincha en el enlace que aparece a continuación para ver el álbum.

Álbum del encuentro con Almudena Grandes

Bienvenidos a todos, alumnas, alumnos, familias que hoy nos acompañáis en la Casa de la Cultura. En nombre de los profesores que formamos el Departamento de Lengua del IES El Olivo os damos las gracias por acompañarnos fuera de nuestro centro, en esta Casa de la Cultura que siempre nos acoge con tanto cariño.

Los profesores del Departamento de Lengua y Literatura de El Olivo todos los cursos vivimos dos momentos muy importantes: uno es la entrega de los premios del Concurso Literario que todos los años convocamos y que nos permiten descubrir a nuestros jóvenes escritores y premiarles. El segundo momento es el que estamos viviendo hoy, el del Encuentro con  un escritor actual. En estos últimos años hemos tenido la suerte de compartir un buen rato con autores tan relevantes como los novelistas Lorenzo Silva, Fernando Marías, el dramaturgo José Luis Alonso de Santos, o el también historiador Ian Gibson. Esto nos supone un gran esfuerzo pero todos los años, ahí está nuestro Jefe de Departamento, Jesús Zapata para animarnos y que este empeño siempre llegue a buen puerto. Organizar estos encuentros implica un laborioso puzzle de auténtico trabajo en equipo para que todo esté listo el día del evento y más aún en estos últimos años en que los mezquinos recortes que todos sufrimos nos atiborran las aulas y nos sobrecargan el horario. Este grupo de profesores tenemos la suerte de caminar en sintonía pues creemos que “enseñar es aprender dos veces” como dijo hace tiempo un pensador francés. Creemos en una Enseñanza Pública que permita dejar tiempo en las aulas para LEER, contrastar opiniones, comentar, escribir, crear y dejar que la poesía aterrice entre los pupitres. Porque además de perseguiros para que distingáis un complemento predicativo de un circunstancial de modo, que podáis reconocer un pretérito pluscuamperfecto de subjuntivo o desenmarañar un comentario de texto, nosotros tenemos claro que nuestra mayor tarea consiste en acercarnos de la mano de nuestros alumnos, acercarnos de vuestra mano a la literatura, a la cultura, al mundo que nos rodea más allá del la valla de instituto, para mirar la realidad con ojos críticos y así analizar y construir opiniones propias.

A lo largo del curso pasado decidimos que la novela que leeríamos para el encuentro de este curso sería El lector de Julio Verne. Y tu novela nos ha dado mucho juego en estos dos últimos meses, Almudena. Tu libro nos ha permitido acercarnos a un período histórico del que todos los que estamos aquí somos herederos de alguna forma. Hemos conocido mejor la memoria de nuestros abuelos, porque muchos de ellos vivieron en la época en que se ambienta esta historia. Todos esos manchegos, extremeños, andaluces, que en la posguerra huyeron de la miseria de los campos y pueblos donde nacieron para venir a buscarse la vida a Parla, cerca de la capital. También hemos reconocido que el teocentrismo o el feudalismo que aparecen en negrita en los libros de texto, se perpetuaron hasta la posguerra y eso es, como quien dice, anteayer. Hemos conocido cómo eran las relaciones entre un maestro como don Eusebio y sus alumnos. Hemos valorado el derecho a la educación a través de un chico como Regalito, ese humilde pero orgulloso muchacho que no podía ir a la escuela porque tenía que trabajar. También hemos podido comprobar cómo cobraban vida esas clases introductorias a los temas de literatura pues hemos descubierto que entre las líneas de una narración se pueden camuflar cientos de figuras literarias de todo tipo, algunas que nos costaba identificar antes, como la metonimia o la sinestesia.  Y hoy, 25 de noviembre, día Internacional contra la Violencia de Género, tenemos que traer aquí el papel que tienen los personajes femeninos en la novela y que representan a la perfección la vida de renuncias, humillaciones y sacrificios que vivieron tantas mujeres de aquel entonces. De entre todos los papeles femeninos nos quedamos con las madres, hermanas y parejas de los guerrilleros, que tendían ropa negra para expresar su duelo por sus maridos, hijos o hermanos y que se arriesgaban a diario para ayudarles o para dar vida a sus hijos en esos “sospechos embarazos” de mujeres sin hombre, aún a riesgo de acabar rapadas para escarnio público, encarceladas o fusiladas.

Tenemos muchas ganas de escucharte, Almudena. Y como prólogo, vamos a dar la palabra a cinco alumnas porque ellas son las verdaderas protagonistas de este acto, junto contigo y tu novela.


Laura Sanz y Alexandra Ghiata va a aproximarnos al conjunto de tu obra. Luego Natalia Revenga y Óscar Jiménez van leer un poema que no podía faltar hoy aquí. Porque llamándonos instituto El Olivo y estando la novela ambientada en la Sierra Sur de Jaén, hoy tienen que resonar los versos de “Andaluces de Jaén” de Miguel Hernández. Por último hemos dejado la intervención de Isabel Extremera, que nos va a leer una enternecedora narración sobre la memoria de sus abuelos y bisabuelos, que hace tiempo tuvieron que emigrar pero que se criaron en la misma tierra que Nino, el protagonista de la novela.